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La emprendedora que rescata la tradición más dulce de Atacama

14 Septiembre, 2016

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Caso de Exito Atacama


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Elena Molina ha conseguido darle identidad a uno de los frutos típicos del Valle de Copiapó: el chañar, otorgándole un valor agregado a este alimento ancestral “aún por descubrir”.

Cuando hace quince años Elena Molina decidió emprender ya tenía claro qué materia prima utilizaría: el chañar. Con el tiempo, esta emprendedora de sesenta y tres años se ha convertido en una reconocida productora que rescata el uso ancestral de este fruto atacameño común en el Valle de Copiapó. “La gente no le da a este producto la importancia que tiene. Trabajar con chañar me ha traído muchas satisfacciones y, además, le di en el clavo porque me ha ido muy bien y soy de las pocas personas que hacen esto en la Región de Atacama”, señala.

Desde dulces hasta bebidas alcohólicas, productos delicatessen, energéticos y naturales, “todo se puede hacer con este fruto”, explica Elena, aunque reconoce que lo más demandado es el arrope de chañar, un jarabe dulce y espeso que sirve para aliviar el asma y la tos. “Es un producto como ningún otro, alto en proteínas vegetales, tiene potasio y minerales y es muy saludable”, dice. Además de arrope, el cual también utiliza para elaborar sabrosas galletas y otro tipo de dulces, hace harina sin gluten, mermeladas, pan integral y hasta chimichaña, un condimento deshidratado del chañar para aliñar las comidas.

Amor por la cultura del desierto

Su amor hacia este fruto y este árido desierto se lo debe a su abuela materna, de quien heredó su don culinario. “Cuando de niña iba a visitarla –afirma–, ella y la gente que vivía hacia el interior de Vallenar se alimentaban con este fruto, lo raspaban y hacían harina y mi abuela cocinaba cosas muy ricas. Cuando crecí, me dije ¿por qué no rescatar esta cultura ancestral?”.

Aunque nació en Talcahuano, Región del Biobío, desde muy pequeña estuvo muy ligada a Atacama por sus raíces maternas. Fue en el año 1989 cuando, junto a su familia, se trasladó definitivamente a Copiapó y comenzó su nueva vida. “Desde los veinte años no he parado de trabajar. No tenía tiempo para estar con mis hijos y me pasaba el día fuera de casa. Necesitaba dedicarme a algo que me diera el tiempo para poder estar con mi familia, así que decidí emprender y aunque me ha costado mucho esfuerzo y sacrificio fue la mejor decisión que pude tomar”, confiesa.

Además de tener un espacio propio en el centro de Copiapó, donde vende sus productos de chañar, Elena Molina también imparte talleres en universidades y participa en ferias gastronómicas regionales y nacionales. Su intención ahora es ampliar la empresa abriendo un parador turístico en Vallenar junto a todos los productores de la zona. Elena Molina cuenta que es la primera vez que se siente identificada con lo que hace; tiene clara su meta: “Poner en valor este fruto aún por descubrir y que es más reconocido entre los turistas que por los atacameños”.

La emprendedora reconoce que le ha dado una identidad local a la galería donde vende sus productos, permitiendo a los turistas poder llevarse “un pedacito de la cultura del desierto y de Copiapó”. Elena es una de las mujeres atacameñas que ha postulado por primera vez al concurso Mujer Empresaria Turística 2016. “He querido participar porque me siento identificada con la actividad turística. Además, he dado a conocer este producto a otras regiones y he notado que todos se han interesado mucho en lo que hago y también calzo dentro de la empresa turística”, finaliza.

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